Comer fuera es algo para disfrutar. Buena comida, buena compañía, evadirse de todo. Pero si eres hipoacúsico, una velada así puede convertirse rápidamente en agotadora o frustrante. Piensa en restaurantes ruidosos, habitaciones con eco o un compañero de mesa que habla demasiado bajo. Sin embargo, la pérdida de audición no tiene por qué ser un aguafiestas. Con unos pocos ajustes inteligentes, puedes disfrutar de una cena agradable.
En este blog, compartimos consejos prácticos, trucos útiles y lo que debes y no debes hacer para una cena relajada, sin perderte ni la mitad de la conversación.
Elige tu restaurante con cuidado
El lugar donde comes realmente marca la diferencia. Algunos restaurantes son tan ruidosos que incluso las personas sin pérdida auditiva apenas pueden entenderse. Evita, por ejemplo:
- Grandes espacios abiertos con suelos duros y techos altos
- Música en la pista de baile
- Salas llenas sin amortiguación acústica
Mejor elige un restaurante más pequeño, preferiblemente con moqueta, cortinas o revestimientos mullidos en las paredes. Éstos amortiguan el sonido y crean una acústica más agradable.
¿Tienes un restaurante favorito? Llama con antelación y pregunta cuánto suele estar ocupado a la hora a la que quieres ir. O si pueden reservarte un rincón tranquilo.
Evita las horas punta
Si vas a cenar a las 7 de la tarde un viernes por la noche, ya lo sabes: estará lleno. Intenta evitar las horas punta. A primera hora de la tarde o más tarde suele ser más tranquilo. O bien opta por almorzar en lugar de cenar: suele ser mucho menos ruidoso.
Elige bien tu sitio en la mesa
Dónde te sientes importa más de lo que crees. Elige (o pide) un asiento:
- De espaldas a la pared: así es como el sonido llega mayoritariamente de frente
- Lejos de la cocina o del bar: allí suele haber mucho ruido y bullicio
- En una esquina o alcoba: allí tienes menos problemas con la reverberación y otras mesas
¿Estás sentado con varias personas? Pregunta si puedes sentarte al lado de la persona con la que prefieres hablar. O al menos en diagonal. Así no tendrás que estar girando la cabeza y podrás leer los labios si eso te ayuda.
Indícalo
A muchas personas les resulta difícil mencionar en la mesa que tienen una discapacidad auditiva. Es una pena, porque si lo mencionas amablemente, la gente suele tenerlo en cuenta. Por ejemplo, di:
«No oigo muy bien, así que si hablas despacio y me miras, podré seguirte mejor».
No se trata de un lamento, sino de algo claro y agradable para todos. A menudo tiene un efecto relajante, incluso para tus compañeros de mesa.
Pide ayuda al personal
Un buen servicio hace algo más que llevar comida. Si tienes problemas para pedir, explica brevemente que tienes problemas de audición. Por ejemplo, pregunta si pueden hablar un poco más despacio o si pueden repetir tu pedido para comprobarlo.
Parece sencillo (y lo es) pero, por supuesto, también es útil señalar tu elección en el mapa. O simplemente escríbelo tú mismo. Todo está bien: si te ayuda a ti, también ayuda a la otra persona.
Utiliza la tecnología en tu beneficio
¿Llevas audífono? No lo pongas en el modo por defecto. Muchos audífonos modernos tienen un modo restaurante o de ruido que suprime el ruido de fondo y resalta mejor las voces. Siempre puedes ponerte en contacto con nosotros para saber cuál es el ajuste adecuado.
¿Tienes un micrófono direccionalamplificador auditivo o cualquier otro accesorio que puedas poner sobre la mesa? Puedes utilizarlos. O activa una aplicación de voz a texto en tu teléfono si estás en compañía que lo permita. Hay aplicaciones que subtitulan las conversaciones en directo, lo que resulta ideal en entornos con mucha gente.
Mantén una conversación acogedora (y clara)
Unos sencillos hábitos harán que la conversación sea mucho más agradable:
- Habla por turnos. Suena sencillo, pero a menudo es lo más complicado.
- Miraos mientras habláis. Esto ayuda enormemente a seguir lo que se dice.
- Habla con calma y claridad, pero sin exagerar. Gritar o articular en exceso es en realidad contraproducente.
- Evita mucha información de fondo a la vez. Las frases cortas son más fáciles de seguir.
Y quizás lo más importante: reíros juntos de los malentendidos. A veces oyes «me llevo los raviolis» como «me llevo el coche de rally». Momentos así no son malos en absoluto: forman parte de ello y además hacen que vuelva a ser divertido.
Mantente conectado aunque no oigas todo
Tener problemas de audición puede hacer que te sientas «excluido de la conversación». En ese caso, intenta no fingir que lo entiendes todo, sino engancharte sinceramente:
«Perdona, se me ha pasado por un momento, ¿puedes repetirlo?»
O pide a alguien que te alcance. La mayoría de la gente se alegra si le indicas que quieres unirte a ellos, y están encantados de ayudar. La franqueza elimina tensiones y hace que volver a comer juntos sea real.
El disfrute puede seguir siendo central
Todos estos consejos son prácticos, pero sobre todo, no olvides de qué se trata: una velada agradable, buena comida y convivencia. Esto funciona mejor si no te presionas demasiado. Si te pierdes algo una vez, no pasa nada. Si hay mucho ruido, intenta centrarte en la compañía y el ambiente. Y si realmente no puedes seguir una conversación, sé amable contigo mismo. Lo has intentado, y eso ya es valioso.
¿Quieres comer fuera más a menudo y que tu velada sea un éxito? Entonces haz lo que te resulte más cómodo. Practica, prueba y aprende lo que funciona para ti. Tu pérdida auditiva no tiene por qué ser un obstáculo para una velada agradable, siempre que estés bien preparado.
Y, sobre todo, recuerda: tener una discapacidad auditiva no significa que no puedas ser sociable. Simplemente lo haces a tu manera. Y eso está muy bien.